El pasado mes de febrero en un fin de semana largo tuve la oportunidad de hacer una escapada a Paris, ciudad muy hermosa con infinidad de cosas para visitar y con un idioma fácil de comprendes, especialmente, para aquellos que por nuestra edad, aprendimos francés en el bachillerato.
Hacía 31 años que visité por primera y única vez la Escuela de Minas de París y me hacía gran ilusión de volverla a ver, una vez que ya he visitado una vez las otras dos grandes colecciones mineralógicas parisinas, la de la Universidad de Paris y la del museo del Jardín de las Plantas. Las tres colecciones se encuentran en casi la misma zona, como dirían los franceses en el mismo Arrondisement.
Después de llegar en avión, dejar la maleta en el hotel nos fuimos, lo digo en plural, pues fui con mi hermana, hacia los jardines de Louxembourg, donde en uno de sus perímetros se encuentra la Escuela de Minas de Paris. Entramos en el edificio universitario y en la primera planta se encuentra el museo.
Tras pagar una módica entrada, eso que limita la entrada descontrolada de aquellos centros gratuitos. Les pedí permiso para fotografiar las piezas. Concedido y con la imposibilidad de utilizar flash pasé a una nueva posición.
Siempre hay que recordar que ese permiso no permite la publicación posterior con fines lucrativos sin autorización de la Escuela.
Cuando antes decía una nueva posición me refería que los cristales de las vitrinas tienen delito. Las vitrinas de la entrada aún, pero los cristales de las vitrinas de la sala iluminada por grandes ventanales brillan por todas las direcciones, lo mismo les ocurre a los cristales de las vitrinas pupitre en el centro de esa sala. Muchas piezas no se podían fotografiar de frente, pues brillaba el cristal, por lo que tenías que buscar la posición para evitar brillos y otras infidelidades fotográficas.
Para esto llevaba dos objetivos, un zoom 18/135mm y un macro 75 mm (en realidad era un macro 50 mm analógico) con sus correspondientes filtros polarizadores, para minimizar los brillos a pesar que obscurecían dos pasos de luz. Tras varias horas de sufrimientos, pues, por ejemplo, en la vitrina de las impresionantes Dioptasas africanas habían unos brillos impresionantes que si colocabas filtro polarizador te cambiaba a un color más azulado.
Veréis las fotos en las que no pongo leyenda, para no darles publicidad. Supongo que conoceréis lo que es cada cosa, pues en la mayoría se puede leer su etiqueta.
Todas las fotos están hechas por mí el pasado 7 de febrero de 2013. Hechas en automático, sin aplicar Photoshop.
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