viernes, 28 de diciembre de 2012

La afición se afianza

Algunos domingos iba con mi padre al mercado de libros viejos alrededor del mercado de San Antonio en Barcelona entre el Ensanche y el casco viejo medieval de la ciudad. Entre libros había un muchacho que vendía minerales. Me recuerdo que tenía una pequeña plata de Kongsberg (Noruega) por 800 pesetas, cantidad inalcanzable para mi. Años después fue un día a su casa, en una portería de la plaza Universidad.

Entre tanto como una vez cada trimestre volvía al museo Martorell, su conserje el señor García me dio la dirección de dos personas a las que podría comprar minerales a buen precio en Barcelona, digo Barcelona, pues entonces el principal comerciante de minerales en Cataluña, al que yo conocí hasta poco antes de su muerte, tenía su comercio en Vilafranca del Penedes. El primero que encontré fue Marçal Lloria que vendía minerales en la portería que regentaba su madre, la señora Joaquina, en una finca de la calle Caspe esquina con Gerona. Marçal fue mi principal proveedor durante mi primera época y de mi regreso a la afición años después, cuando una vez que lo vi, me dio unas invitaciones para visitar el primer Expominer en septiembre de 1979 (aquella primera época entre finales de verano y principios de otoño daba alguna tarde muy calurosa, si no preguntar a algún sufrido comerciante al que le daba el sol de la tarde).

Meses más tardes conocí a Enrique Kucera, a su madre o a Manolo. Me costó encontrarlo, pues los primeros cinco años la tienda se encontraba en el local de la editorial Kucera de su padre difunto, por lo que a veces no coincidía con el horario de apertura.

Como todo principiante iba con mi listado de nombres, la mayoría variedades reales o imaginadas, para vender más. Cuando cursaba quinto de bachiller mis padres me regalaron mi primer libro de minerales: Minerales de Mason, editorial Aguilar, donde describía las principales especies suficientemente explicadas. Al año siguiente me regalaron el Klochmann de la editorial Gustavo Gili, que curiosamente se encontraba cerca de la editorial Kucera, pasando delante de ella.

Durante esa primera época además de los hoy mencionados estaba Suninistros Escolares y Ciertíficos, Scheelita Daco que duró sólo un año más (poco después de una importación de Cuarzos de Madagascar o Brasil). En Barcelona durante el mes de junio tenía lugar la Feria Internacional de Muestras de Barcelona, donde en algunos pabellones de países vendían minerales, como en Madagascar, Brasil, Mexico,.... Durante un par de años había una tienda en unas galerías comerciales en la calle Aribau frente a la plaza Universidad, donde compré una Fluorita de La Collada o una Torbernita francesa. Donde nunca compré fue  en otro museo de la Plaza Real.

La familia teníamos unos amigos mayoristas en mercería, quienes me proporcionaban las famosos  cajones para los hilos de colores de la Fabra y Coats, que utilizaba con cajitas de cartón fabricadas, para clasificar mis minerales.

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